viernes, 20 de abril de 2007

Azoteas




Las azoteas me crean una bizarra fascinacion. tal vez sea el vértigo para treparse ahí o simplemente contemplar las cosas desde otra perspectiva.

Enseñanzas de Casiopea


Por qué será tan difícil valorar ese asunto de la preciada vida humana? No me falta nadita más que intento DonJuanezco. Tal vez ahí esté el punto,
Mientras tanto, Casiopea me insipira desde la repisa, por aquello de la metáfora budista: Es más fácil que una tortuga ciega (que sale cada 100años a la superficie) meta su cabeza en un salvavidas dorado, en un inmenso océano, que conseguir una preciada vida humana. El tema aqui es, realmente tengo una??

Juanita


Hará falta medio siglo para lograr tu perdón. Sueño que, cuando ambos tengamos 75 años y seamos casi extraños, te encuentre debajo del farol de la iglesia, con uno de tus morrales tejidos repletos de dibujos y libros, y me regales una acuarela hecha con agua de lluvia, tonos azules y redención.

Ese falta día de febrero perdí la razón, lo sé y no dejaré de lamentarlo nunca. No fueron las 6 horas en la comisaría, los golpes de los gendarmes o el chismorreo de las comadronas lo que más me afectó.

Fue tu indiferencia.

Llegar a tu casa y ver a esos malvestidos hippies tocando la guitarra, uno de ellos con ese innegable brillo de amor en los ojos. Tu sonrisa fácil al entregarme los libros, pretexto de mi visita, me hizo perder el sentido de la realidad.

Sólo existía esa olla de tamales, tu supuesto pretendiente y mis celos. Para qué recordar el sillazo, el reguero de sangre, hojas de maíz y puñetazos de aquel día. En el pueblo nadie se explica mi violento comportamiento de aquel día; dejaron de mandarme las cestitas de mimbre con el desayuno y el pan casero de la finca.

Todos los parroquianos asistieron ansiosos a misa ese domingo, como esperando una explicación a mi conducta. Nunca la obtuvieron, y aunque especularon mil teorías, no supieron con certeza la causa de mi temporal locura. Te agradezco infinitamente que no hicieras público lo nuestro, sin tí solo me queda mi fé.

Un cura de pueblo como yo, debe servir humildemente al prójimo y no dañarlo nunca, ni siquiera con un tamal verde y un sillazo en la cabeza...¿Cómo impartiré ahora los talleres de amor y familia en la parroquia, cómo activaré el comercio de relicarios del sagrado corazón de Jesús, cuando el mío, impuro y triste, está despedazado?

Estos pensamientos egoístas cruzan por mi mente, mientras veo la marquesina del negocio de tu hermano (ahora entiendo ese brillo en sus ojos). Él me ha perdonado, un cura nuevo en el pueblo no tendrá mucho cariño pero tampoco demasiados rencores, y gracias a nuestra Santa Iglesia no estuve demasiado tiempo detenido.

Tienes razón, siempre fui un egoísta, y ahora no merezco más que tu desprecio. Ojalá algún día puedas perdonarme. Mientras tanto, seguiré el camino del señor.

Atte. Carmelo.

P.D. Por favor, no hagas caso de los rumores acerca de Jacinta, ella solamente me prepara la cena como un servicio a nuestra Sagrada Iglesia.

Carta a mí misma para envejecer

-A mis viejis-

Lo único que pido, si es que es posible pedir algo a mi yo futuro, es nunca, bajo ninguna circunstancia, ser una viejita egomaniática y parlanchinamente insoportable.

Porque aunque ambas cualidades son envidiables, la combinación podría ser letal, para cualquier individuo que osara cruzar palabra conmigo.

Vaya, todos conocemos viejillos así, en una edad tal en que la lucidez no es mucha, el vigor escaso y la soledad agobia. Tal vez, esta última sea la causa principal de la desesperada necesidad de ser escuchado, no importando quien ni cuando, y mucho menos si lo que tuviera que decir sea, ya no digamos relevante, o entretenido, simplemente algo que no duerma a mi futuro interlocutor.

Por favor, yo del futuro, no lo hagas nunca. No mates nunca a nadie de sopor...Aunque pensándolo bien, si tuviera que escoger una de las dos "cualidades", definitivamente escogería ser parlanchinamente insoportable. A eso le podría añadir gracia, carisma o bondad, que con los años pueda cultivar o mínimo no echar tanto a perder. Pero con la egomanía a niveles inmanejables, es otro cantar.

Ante la perspectiva de los años vividos, seguramente las cosas toman matices diferentes. Uno crea su propia versión de la vida disfrutada (o sufrida), su director cut de los logros obtenidos. Ah! si es que llegase a obtener mundanos logros o 10 gramos de fama, que esto no me nuble la perspectiva de mi persona y mucho menos me haga exigir de los demás un trato deferente. Si lo tengo, que sea espontáneo, ganado a pulso, por méritos substanciales como un buen corazón, paz en la mirada o tocar el alma de la gente. No por haber cosechado glorias pasajeras y demandar ese dulce veneno de veneración a mi senil persona. Quisiera inspirar respeto y armonía. Lo demás puede sobrar.

Si vivo bien, si tengo éxito profesional, si soy una compositora fenómeno del narcocorrido o aporto algo al campo de la etología en los guajolotes, es algo que deberé disfrutar al máximo y en el momento, viviéndolo en el presente. Para que cuando llegue a vieja, no duerma inocentes con mis historias de cuándo y cómo compuse "Felipillo tan pillo huyó a Jojutla", o peor aún, me ofenda terriblemente si alguien olvida lo importante que soy y no me invite a la Comida Anual de Investigadores del fenómeno Reggaeton en el siglo XXI.

Yo de verdad no comprendo si muchos "adultos en plenitud" han perdido toda capacidad de auto observación. O no la tuvieron nunca, y simplemente la vejez regó la planta del ego. Creo que sí tenían una poca y la fueron desgastando con el tiempo, y el sabelotodo se ha apoderado de ellos. Y entra la lástima y el temor o reflejo a futuro de los demás en este juego. No quiero jamás que personas condescendientes soporten a la "pobre viejita achacosa" o me hagan caravanas por un genial tema de telenovela que escribí por inspiración divina. No, no, no por favor.

Solo pregunto; ¿Por qué conozco tan pocas personas de la tercera edad que inspiren genuino respeto y armonía a su paso? Que sean realmente admirados por su calidad humana y sean requeridos y tomados en cuenta, no vistos como una carga, una inversión o simplemente como terror somnífero.

Tendré que cultivar el buen corazón y lucidez, pues sé que es posible llegar elegantemente a viejo. Conozco ejemplos cercanos, vívidos, cuasi míticos y admirables. Que no sólo inspiran respeto y armonía, sino una profunda admiración y hasta envidia de su gran vitalidad y claridad mental. Pero son muy pocos.

Prométeme, que harás lo posible por llegar lúcida y de buen corazón a vieja. Es una meta asequible.

Ya el asunto de ser el alma de la fiesta, tener 20 gatos, haber viajado por todo el mundo o descubrir algo nuevo bajo el sol, se dará con tu esfuerzo y pasión por la vida, que nunca deberás perder. Pero recuerda, inspira, de joven, pero más de vieja, inspira.